Por:
Rebeca Mejía López
Si le dieran a elegir,
estimado lector, entre la sabiduría y la inteligencia ¿cuál de las dos
escogería? Cervantes me hizo reflexionar sobre esto en el la segunda parte de El Quijote, capítulo XLV cuando el gran
Sancho Panza tomó posesión de su ínsula y del modo en que comenzó a gobernar.
Nuevamente la influencia de la literatura clásica griega es perceptible al
inicio de la narración, cuando Cervantes pide a Apolo lo alumbre en la narración
del gobierno de Sancho.
Sancho Panza comienza su
gobierno siguiendo al pie de la letra los consejos que don Quijote la
proporcionó. Cuando le llaman don Sancho Panza, éste se ofende por la inclusión
de don y advierte que “yo no tengo don,
ni en todo mi linaje le ha habido: Sancho Panza me llaman a secas, y Sancho se
llamó mi padre, y Sancho mi abuelo, y todos fueron Panzas, sin añadiduras”.
El gobernador Sancho no tarda
en ejercer su papel resolviendo conflictos, el primero entre un sastre y un
labrador, y el segundo, entre una mujer y un hombre vestido de ganadero rico.
Éste último caso es por demás interesante porque muestra la gran sabiduría que
Sancho encierra a pesar de ser un ignorante que no sabe ni siquiera leer o que
nunca ha sido tan inteligente y culto como su amo.
La mujer exige justicia porque
el ganadero la ha manoseado y abusado. Sancho, calla y pide al hombre que
cuente su versión de la historia, él admite que estuvo con la mujer luego de
terminar sus labores, le pagó su servicio y ésta disgustada por la cantidad lo
había conducido hasta el juzgado. A su vez, la mujer replica diciendo que eso
es imposible y que, el hombre se aprovechó de su debilidad. Sancho, obliga al
labrador a pagar a lo mujer el resto del dinero que exige. Así, la mujer se va
satisfecha.
Luego, Sancho le dice que vaya
detrás de la mujer y que intente quitarle el dinero. Extrañado, el labrador
hace lo que se le pide. Así, la mujer regresa exigiendo justicia nuevamente
pues aquél hombre sinvergüenza ha querido quitarle su dinero pero ella con
todas sus fuerzas se ha resistido. “¡Antes me dejara yo quitar la vida que me
quitaran la bolsa!”. El labrador explica que así sucedió y que le fue imposible
tocarla siquiera.
Sancho le pide a la mujer que
le muestre su bolsa, la cual está llena de dinero y le dice: “Hermana mía, si
el mismo aliento y valor que habeís mostrado para defender esta bolsa le
mostrárades, y aún la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de
Hércules no os hicieran nada”. Le pide que se vaya, no sin antes devolver el
dinero al labrador so pena de recibir azotes.
Así, el hombre le terminó
dando las gracias y los circunstantes quedaron admirados de nuevo de los juicios
y sentencias de su sabio gobernador.
Columna publicada en el suplemento cultural La Gualdra:
http://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-205
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