sábado, 4 de agosto de 2012

LA IRONÍA DE LA REALIDAD


En las siguientes líneas intentaré realizar una interpretación sobre algunas ideas del autor: Jean Baudrillard.[1]Quien a mi parecer, realizó unas críticas asertivas dotadas con un estilo irónico, que resultan ser bastante atractivas, acerca de las contradicciones que se nos presentan día a día en este etapa social donde la ciencia, el Estado o la religión resultan ser las instituciones, patrones o modelos a seguir, en los cuales el vulgo deposita su obediencia y confianza para mantenerse en el supuesto “orden” y “armonía que cada uno predica, establece o promueve.[2] Si nos atañimos a la ciencia, resulta ser la veracidad concebida de la misma, la que soluciona y rige cualquier problema social.
                   
Reflexionemos un poco sobre estos patrones que rigen la sociedad. Podemos percatarnos de lo dudoso que en algunas ocasiones resulta creer o confiar en las funciones de los modelos anteriormente mencionados. ¿Realmente hay un orden y armonía en el modo de vida actual? O ¿podría existir una, sociedad en donde reina la contradicción y el desorden? 
                                                                                                              
Apoyado en el pensamiento y obra de Jean Baudrillard, a continuación de manera breve, analizaré la supuesta veracidad que propone la ciencia actualmente. Se trata de exponer algunas ideas del autor antes mencionado, acompañado de un intento personal de interpretación, comentario y crítica, exponiendo grosso modo la propuesta de Baudrillard. 
                                                                                                              
 Durante la etapa Moderna, la humanidad se ha mostró inquieta por encontrar los métodos más correctos de veracidad para un mejor desarrollo de la raza humana. Si bien en las etapas anteriores el hombre tuvo la misma preocupación, considero que en la Modernidad se le otorga a la ciencia un papel protagónico para las nuevas formas de explicación que se ofrecen en el mundo, es decir, se buscan aclaraciones científicas.
En la actualidad vivimos con el mismo patrón de veracidad: la ciencia, como el poder seguro y confiable. 
El desarrollo de la ciencia ha permitido que se gesten creaciones de armas nucleares o bacteriológicas, que si bien no fueron creadas para la destrucción del hombre, desafortunadamente se utilizaron como tal

La televisión, los teléfonos celulares o el internet han sido promovidos con un tinte de artefactos benéficos para la comodidad y el aumento en la calidad de vida. Sin embargo, resultan ser la televisión y el internet las principales vías de comunicación más manipuladas en su contenido, causando desorientación o mal-información a quien las consulta.  

                                                
Se convence a la población de necesidades ficticias o innecesarias, como el constante cambio de celular, propagando una epidemia de consumismo. “Las redes de comunicación constituyen un inmenso cuerpo viral, y las trasmisiones instantáneas son en sí un peligro mortal.”[3]Así pues, el hombre ha utilizado la crítica hacia la ciencia, cuestionando sus alcances de utilidad y beneficio. Las redes de comunicación se han fortalecido con el avance científico-tecnológico, siendo éstas cómplices de la mentira, la ilusión, el caos y la violencia.  Baudrillard afirma que “El cuerpo de la vaca se ha convertido en un no cuerpo, en un una máquina de hacer carne”.[4]No sólo la humanidad ha sido víctima del “monstruo” ciencia, sino también la naturaleza. 
Las especies naturales cada vez con más artificiales, el hombre ha perdido la capacidad de interés y admiración por los ecosistemas naturales y los animales son víctimas de la experimentación y el dolor justificado en el avance científico, en un mayor proceso material y productivo, todo ello en busca del beneficio del hombre. 

                                                                                                  
El hombre manipula, a través de la ciencia, la medida del tiempo y de la realidad, convirtiéndola en el máximo juez o autoridad sobre la tierra. La fe en la ciencia es tan fuerte que no deja observar el lucro que de ella se obtiene. La ciencia se ha convertido en el canal capaz de convencer en lo que se debe cree y en que no. Los expertos se esmeran en presentar verdades empíricas y exactas, “sobre todo empujando a la gente a poner únicamente su esperanza en las pruebas visibles de su existencia: al atribuirles este realismo chato, se les toma por ingenuos y por débiles”.[5]                              

Los expertos se esmeran, por medio de sus teorías, presentarnos verdades contundentes, empíricas y exactas. La ciencia acepta teorías como la existencia y representación de átomos, teoría pensada desde la antigüedad clásica y aceptada hasta que fue presentada como verdad científica, si bien los átomos no los podemos ver a simple vista, pero concluimos en su existencia. Desde mi perspectiva, me parece prudente mantener las sospechas de la autenticidad de estas “verdades” ofrecidas porque, si bien el ejemplo de los átomos se atina como inocente o simple, lo mismo puede pasar con alguna otra propuesta que, a primera vista tome este perfil y resulte dañina.                                                      
La ciencia no da verdades absolutas al mundo, éste es mucho más complejo y existen preguntas que hasta ahora la ciencia, si bien se ha dado la tarea, no ha podido contestar. Por tanto en el rigor lógico científico y en el práctico, la ciencia tiene aspectos que pueden ser cuestionados y criticados.

                           
 Hoy en día cuesta trabajo desmentir los veredictos ofrecidos por los científicos, pues ya sea por imposición, apatía o pastoreo, la gente ya no se atreve a dudar las respuestas o alternativas que da la ciencia. La ciencia dictamina las verdades y soluciones a las preguntas o problemas de la vida.  
                                                
 La fe ciega en la ciencia no es muy coherente, arrastra a la persona a un estado de fanatismo que puede dogmatizar su modo de pensar, cerrando las puertas a otros conocimientos e incluso insensibilizándolo. Es importante cuestionar siempre y tomar diversas posturas hacia la ciencia, pues así como los mitos y relatos que explicaban el mundo antiguo, el día de mañana una teoría que explica el hoy, puede resultar desmitificada y desechada.


[1] Nacido en Reims, Francia, en 1929, en el seno de una familia modesta. Estudió filología germánica en La Sorbona de París y ejerció como profesor de alemán en un instituto de enseñanza media (1958-1966). Teórico crítico postestructuralista y uno de los más prestigiosos y polémicos analistas de los fenómenos de la postmodernidad. En su pensamiento sobre la formación del conocimiento y la percepción de la realidad, los medios y sus extensiones tecnológicas aparecen como elementos centrales del análisis.
[2] Jean Baudrillard, El pensamiento en contraseñas, Anagrama, Barcelona, 2000, pp. 35-42.
[3] Jean Baudrillard, Rumias para los encéfalos esponjosos, Anagrama, España, 2001, p. 197.
[4] Ibídem., p. 198.
[5] Jean Baudrillard, El crimen perfecto, Anagrama, España, 2000, p. 132.

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