Por:
Rebeca Mejía López
A lo largo de la obra
de Cervantes, es constante la insistencia que tiene don Quijote hacia Sancho
Panza en decirle las ventajas que tiene ser el escudero de un gran caballero andante.
Entre esas utilidades le mencionaba la posibilidad de ser el gobernante de una
gran ínsula, si llegasen a conquistar alguna.
Nunca imaginé, sin
embargo, que esto podría cumplirse para Sancho. Así sucede en la segunda parte
de la obra y, en el capítulo XLII el autor describe los consejos que le dio don
Quijote a Sancho Panza antes de que fuese a gobernar la ínsula, además de otras
consideraciones.
En la primera edición,
cada uno de los consejos que siguen se dispone en un párrafo independiente, con
el tratamiento tipográfico singular reservado a los géneros de escritura como
cartas y poemas, con entidad propia al margen del relato. Era una disposición
adoptada con frecuencia en las colecciones de máximas para la formación de las
clases dirigentes tanto en cuestiones de gobierno como en reglas de conducta y
urbanidad.
Los primeros consejos
que da don Quijote a Sancho se concentran en las virtudes que debe poseer el
gobernante: “Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer
hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia los que padres y abuelos tienen
príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista,* y la
virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale”.
El primer consejo que
otorga a Sancho es temer a Dios, ya que en el temer se encuentra la sabiduría.
Lo segundo, “has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti
mismo”. El conocimiento de uno mismo permite no querer imitar a los demás y
actuar con honradez.
Don Quijote recomienda
además a Sancho recibir siempre a su familia con los brazos abiertos, llevar
consigo a su mujer; porque no es bien visto un gobernante sin esposa, en caso
de enviudar; no tomarlo como un infortunio, no guiarse por la ley de encaje;
que la mujer de Sancho no reciba beneficios fuera de lugar, no cargar todo el
peso de la ley a un delincuente; porque más vale un juez compasivo que
riguroso.
Le exhorta también a
que no le ciegue la pasión. Ser objetivo, así una mujer hermosa llena de
lágrimas y suspiros le pida justicia. Por último, le dice que al culpable que
someta a castigo no lo trate mal con palabras pues será suficiente sufrimiento
su condena.
En resolución, don
Quijote termina diciendo que si Sancho sigue los preceptos y reglas “serán
luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad
indecible… pues lo dicho hasta aquí son documentos** que han de adornar tu
alma…”
Me pregunto, estimado
lector, nuestros políticos actuales ¿con qué consejos adornan su alma?
*Se adquiere
**Consejos
Comentarios y
sugerencias:
Twitter: @RbkMej
Columna publicada en el suplemento cultural La Gualdra No. 198:
http://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_198